jueves, 14 de febrero de 2013

La hermana del Papa Benedicto XVI

Michael Heseman, biógrafo de Georg Ratzinger habla sobre la hermana del Papa Benedicto XVI: Discretamente, siempre al lado de Joseph hasta su muerte repentina
Fuente: Escuchar la Voz del Senor; caminocatolico.org

*«María Ratzinger era algo así como la parte más silenciosa, orante y también servicial de los hermanos Ratzinger. Hace honor a su nombre, María, la madre de Dios»
*«No quería dejar solo a su querido hermano pequeño, tan lejos de casa. Él lo agradeció mucho, porque no se le daba muy bien llevar los asuntos prácticos»
*«En los tres hermanos, diría, nos encontramos una maravillosa mezcla de corazón, pureza, humildad, servicio y brillantez intelectual»
14 de abril de 2012.- El periodista e historiador alemán Michael Heseman ha publicado un libro entrevista a Georg Ratzinger, Mi hermano, el Papa, ahora publicado en español (ed. San Pablo). Georg ha sido una figura clave en la biografía de Benedicto XVI, aunque no menos que la hermana mayor de ambos, Maria, que lo dejó todo para servir a Joseph y permaneció a su lado hasta su repentina muerte, en 1991.


(R.B. / Alfa y Omega)María Ratzinger nació el 7 de diciembre de 1921. Era más de dos años mayor que Georg, y cinco años y medio mayor que Joseph. Después de la guerra, trabajó como secretaria en un bufete de abogados en Munich. Cuando su hermano Joseph fue nombrado, en 1959, profesor de Teología Dogmática en la Universidad de Bonn, abandonó su trabajo para administrarle la casa y el despacho. «En mi opinión -afirma Michael Heseman-, le aburría su trabajo como secretaria; le atraía intelectualmente mucho más la perspectiva de trabajar como asistente de un profesor en una ciudad universitaria». Pero el factor decisivo en su decisión fue otro: «No quería dejar solo a su querido hermano pequeño, tan lejos de casa. Él lo agradeció mucho, porque no se le daba muy bien llevar los asuntos prácticos».


María continuó al lado de Joseph tras su ordenación episcopal, a pesar de que se le encomendara un secretario, y abandonó con él Alemania, cuando Juan Pablo II se lo llevó a Roma, en 1982, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Allí permaneció 9 años, hasta su repentina muerte, el 2 de noviembre de 1991, cuando los tres hermanos iban a visitar la tumba de sus padres, en Ratisbona. En su esquela, Georg Ratzinger escribió: «Durante 34 años, ha servido a su hermano Joseph en todas las etapas de su viaje con devoción infatigable y con gran bondad y humildad».


Hermana de dos genios
Para Heseman, «María Ratzinger era algo así como la parte más silenciosa, orante y también servicial de los hermanos Ratzinger. Hace honor a su nombre, María, la madre de Dios». Era consciente de que «sus padres, José y Maria Ratzinger, no sólo habían tenido dos hijos sacerdotes, sino dos verdaderos genios: un director de coro, mundialmente reconocido, y el más grande teólogo de habla alemana, finalmente elegido sucesor de Pedro. Y entre estos dos gigantes, que uno casi podría comparar con las torres de una catedral gótica, ella decide permanecer en la sombra».

Fue una decisión plenamente consciente. «Por carácter, era modesta y abnegada, pero también curiosa, una persona que buscaba desafíos. En esto no fue muy diferente de su madre, una mujer independiente que no se casó hasta los 36 años, que había trabajado en varias ciudades, y era cualquier cosa menos una ingenua chica bávara de campo».
María madre era «una mujer guapa y orgullosa, una auténtica todoterreno, que sabía cómo ser de utilidad en cualquier situación de la vida», según la describe Heseman. Cuando no alcanzó el dinero en la familia, porque los dos hermanos quisieron entrar en el Seminario Menor, se buscó un trabajo en un hotel para aportar ingresos a la familia.


También la hermana del Papa fue una mujer inteligente; quiso ser maestra, pero dos hechos lo dificultaron. En primer lugar, las circunstancias históricas. «Era la época del dominio nazi. Todos los profesores jóvenes se habían convertido en cómplices de los ideólogos nacional-socialistas. Ella, al igual que su padre y sus hermanos, de ninguna manera quería ponerse al servicio de los aborrecidos nazis».
A esto se sumó el hecho de que la entrada en el Seminario de los dos hermanos agotó el presupuesto familiar. Así, abandonó la idea de convertirse en maestra. En su lugar, fue a una escuela privada, donde estudió economía doméstica, taquigrafía, contabilidad y mecanografía. Y, tras la guerra, se convirtió en secretaria. Hasta que lo dejó todo por Joseph.

Los Ratzinger, modelo de familia cristiana
El ambiente de fe en el hogar paterno marcó decisivamente a Maria. Ya de niños, «las diferencias se resolvían en casa con oración». Su padre era todo un referente de bondad y honradez, no sólo en la familia, sino también para la comunidad, ya que, como gendarme, era una autoridad local. «Se trata de personas, sencillamente, maravillosas. Los Ratzinger tenían una fe profunda y genuina. Ésa era la columna vertebral de la dinámica familiar. Son un verdadero modelo de familia cristiana a seguir», dice el biógrafo de Georg.

En el caso de Maria, ser miembro de la Tercera Orden Franciscana, y mujer de gran vida de oración, fue otro factor que, «sin duda, le ayudó a comprender el servicio de su hermano, como un servicio a la Iglesia universal».
«En los tres hermanos, diría, nos encontramos una maravillosa mezcla de corazón, pureza, humildad, servicio y brillantez intelectual»,concluye Heseman. «Es verdad que María permaneció, al lado de Joseph, en un segundo plano, pero Joseph tampoco buscó nunca figurar en un papel protagonista, sino que fue empujado hacia adelante. Ambos son dos naturalezas espiritualmente afines, que se complementan maravillosamente».

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